En un movimiento trascendental que redefine la planificación urbana y la conservación ambiental en la Ciudad de México (CDMX), se ha implementado una reforma constitucional que reduce los tipos de uso de suelo a solamente dos categorías: suelo urbano y suelo de conservación. La medida, que entró en vigor el 7 de agosto de 2023, ha sido aclamada por algunos como un paso significativo hacia el desarrollo sostenible y la preservación del entorno natural de la metrópoli.
El anuncio fue realizado en una conferencia de prensa encabezada por Martí Batres, el jefe de gobierno de la CDMX, explicó que la reforma se basa en una modificación al artículo 16 de la Constitución local, específicamente en lo que respecta al ordenamiento territorial. Esta enmienda fue aprobada por consenso en el Congreso de la CDMX durante un período extraordinario de sesiones.
Antes de esta reforma, el suelo de conservación estaba subdividido en varias categorías, incluyendo suelo rural. Sin embargo, la nueva legislación elimina esta subdivisión, simplificando el panorama del uso de suelo en la ciudad. Esta medida tiene como objetivo principal establecer principios claros para el desarrollo sustentable y la protección del medio ambiente en el área metropolitana.
La reforma también destaca la importancia de garantizar un presupuesto anual adecuado para el suelo de conservación, al menos igual al monto del año anterior. Además, promueve la implementación de sistemas de compensación y pagos por servicios ambientales para fomentar la conservación y evitar la ocupación irregular de estos espacios naturales.
Un aspecto notable de la reforma es que restringe los cambios de uso de suelo de público a privado únicamente en los casos establecidos en las leyes y reglamentos territoriales correspondientes al suelo de conservación. Esto incluye incluso a las áreas que previamente estaban clasificadas como suelo rural.
La medida ha generado opiniones diversas. Los defensores del medio ambiente y la sustentabilidad la aplauden como un paso esencial hacia la protección de los espacios naturales en una ciudad densamente poblada. Sin embargo, algunos sectores expresan preocupación por posibles impactos en el desarrollo urbano y en la propiedad privada.
Con esta reforma, la Ciudad de México se une a otras urbes globales que buscan equilibrar el crecimiento urbano con la conservación ambiental. La implementación efectiva de esta medida y su impacto a largo plazo en la ciudad serán objeto de atención y seguimiento en los próximos años.
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